El sushi es hoy a la comida rápida lo que antaño fueron las guarriburguers, desbancadas más tarde por las pizzas y destronadas posteriormente por la comida china y por los kebabs. Pero el sushi en cool, modernete y en sano. Hoy, en cada esquina te encuentras un puesto de comida japonesa para llevar. Por eso desconfío de esta moda traída de Oriente. Me gusta el sushi, pero la mayoría de veces me parece que el salmón sabe igual que el atún y que el pez mantequilla. Insípidos y descafeinados.
Hasta que cené en Komori y volví a creer en las bondades del pescado crudo y de la comida japonesa, que por cierto acaba de ser declarada patrimonio cultural de la Humanidad por la Unesco. Komori se encuentra dentro del Hotel Westin, lo que le confiere un estatus no apto para todos los bolsillos. Además de en la calidad, se nota en el servicio, la decoración y la vajilla. Y por supuesto en el precio. Komori fusiona la gastronomía tradicional asiática con la mejor materia prima traída del Mediterráneo. A su frente, Víctor Serrano, ex jefe de cocina del reconocido restaurante japonés Kabuki, sito en Madrid.
El comensal podrá elegir entre un menú degustación por 45 euros en el que se hace una buena selección de los platos principales o elegir a la carta. Una amiga me recomendó optar por esta última opción y me dio las indicaciones de lo que debía probar. Si se elige esta modalidad, también es recomendable dejarse aconsejar por los platos del día.
Antes de comenzar, nos trajeron un aperitivo hecho con atún y cebolla, que nos adelantó que lo que íbamos a degustar a continuación había sido pescado en las últimas horas. Para empezar pedimos un Sashimi de vieria con sal de chorizo y sal negra, un plato que esconde la potencia del sabor del mar, pero que resulta delicado en el paladar. Muy recomendable. Continuamos con un plato fuera de carta, su particular versión del castizo bocadillo de calamares, un plato compuesto por sepia cruda, pan rallado y harina frita presentado en forma de columna vertebral del Alien diseñado por H.R. Giger. Para captar todo el sabor, había que conjugar los tres ingredientes, cosa nada fácil con los palillos. Una vez conseguido, sí que tenía matices del popular bocata. Nos gustó, aunque terminaba siendo un pelín cansino.
El plato estrella llegó a continuación, pedimos cuatro Nigiris de Steak Tartar, Pez mantequilla con paté de trufa blanca y cebolleta, Huevo frito de codorniz con paté de trufa blanca y Hamburguesa de wagyu con tomate y cebolla caramelizada. Una maravilla de la que aún guardo nítido recuerdo. Por fin el pez mantequilla sabía a algo y ese Steak tartar con arroz frito… No pudimos vencer a la gula y pedimos tres nigiris más, repetimos el de tartar y dos fuera de carta, uno de gamba roja de Denia y otro de sardina con un leve toque ahumado. Todos exquisitos. El arroz que hace de base de este plato no tiene nada que ver con lo que han probado por ahí, consistente pero suelto, sabroso sin anular el sabor del pescado o la carne. Simplemente perfecto.
Terminamos con un Rabo de buey de wagyu en salsa teriyaki, que estando bueno, no le llegó a la altura de los nigiris. Para tomar un buen rabo de toro, mejor quedarnos en Occidente, a poder ser por alguna de esas fondas tradicionales en algún pueblo perdido de la península.
No pedimos postre, pero sí dos copas de vino por persona, escasas y caras y dos gin tonics de una ginebra que le dejamos elegir al camarero y que no nos gustó nada por su intenso sabor a golosina. Estas bebidas nos encarecieron bastante el precio. No hay que innovar demasiado en cuestión de gin tonics.
Cuando mi cuenta corriente se recupere y vuelva a Komori, lo tengo claro. Pediré una cerveza japonesa, algún entrante y sus maravillosos nigiris.
Para ir con: tu pareja en vuestro aniversario, con quien quieras cuando te toque la lotería o te de un aumento de sueldo.
Nota media: 8,5
Precio medio: 50 €
c/General Gil Dolz s/n
Telf. 960 045 635
CANIBALISTA 