Samsha, esto no es un restaurante

2016-02-10 23.10.11

A Samsha uno no va a comer. Al menos no solo a comer. Porque Samsha no es un restaurante, sino un espectáculo gastronómico y así insiste en calificarlo Víctor Rodrigo, el creador/cocinero de esta experiencia en la que además del gusto, juegan un papel importante el resto de sentidos que participan. Vista, oído, olfato y tacto no se pueden desligar.  Ello conlleva un riesgo del que seguro es consciente Rodrigo.  La  vanguardia llevada al extremo tiene difícil aceptación. De Samsha puedes salir maravillado o cabreado. Los términos medios no tienen cabida en esta puesta en escena que se divide en cuatro actos.

En el primero, uno desciende hasta las profundidades marinas y bucea con peces tropicales del Mar Caribe. Hay algas, tacos con helado de sabores sorprendentes, chocolate de pizza y torreznos cocidos a baja temperatura acompañados de una deliciosa michelada elaborada por Víctor Rodrigo con nitrógeno en directo. Él y su equipo acompañan al comensal/espectador durante las casi tres horas que dura el espectáculo elaborando frente a él el resultado final de cada una de las creaciones.

Después de los aperitivos, llega el primer plato, un bosque que va emergiendo delante del público, un lienzo que recuerda a esos parajes encantados donde habitan los duendes. Aparecen las piedras, los troncos, las hojas, las ramas, las setas, el musgo y  desde el techo cae la pinocha. Un ejercicio de imaginación desbordante donde todo se puede comer.

La naturaleza deja paso a la química. La mesa se desmonta y en pocos minutos el escenario se convierte en un escaparate lisérgico donde el fluor es el protagonista. Aquí todo es fosforescente.  Bajo una de esas luces de discoteca que transforma el aspecto de cada bocado al ritmo de los Chemical Brothers, uno se traslada hasta la psicodelia gastronómica.

En el último acto, la luminiscencia de las luciérnagas de nuestra infancia se disipa y aparece un arco iris de postres donde cada color está compuesto por una serie de elaboraciones dulces que dan por finalizado el espectáculo. Aunque quizás, este no sea el último acto, sino el penúltimo.  El último acto le corresponde al comensal/espectador que una vez en casa, con calma,  deberá destripar en silencio el universo de sensaciones que acaba de experimentar.

c/ PERIODISTA ROS BELDA, 4 VALENCIA

Telf. 96 389 19 02

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