La Mary, franquicia con aspiraciones que se quedan en nada

Al hilo de lo que hablaba en mi anterior post acerca de las modas, no hay que fiarse demasiado del sentir popular en lo que a descubrimientos gastronómicos se refiere. Había escuchado de varias fuentes una misma opinión sobre un nuevo local “buenísimo y baratísimo”, así que hacia allí me encaminé. Antes estuve visitando su web en Internet y “oh, My God” vi que La Mary era una franquicia (música de fondo de peli de terror) y existen 8 restaurantes La Mary diseminados por la geografía patria.

Aun así, decidí darle una oportunidad. La Mary se ubica en pleno centro, en la calle Félix Pizcueta, ocupando un bajo en el que un día hubo un Fres co. Llegamos sin reservar y a pesar de estar en plena Navidad, nos dieron mesa. Dirán ustedes, eso es bueno, pero en el fondo no lo es. El local es muy amplio, demasiado. Puede dar de cenar a mucha gente, demasiada. La primera lección acerca de los restaurantes que aprendí de mi padre es: “los restaurantes buenos tiene pocas mesas”. Eso es así.

La decoración  es lo primero que llama la atención. El blanco predominante del local acerca al comensal hacia la atmósfera de las islas del Mediterráneo. Sobresalen los azulejos azules y blancos de tipo artesanal y una iluminación cuidada proyectada por lámparas modernas. Es bonito, pero le falta autenticidad.

La cocina es de mercado, aunando plantos tradicionales con toques más contemporáneos. En nuestro caso, como éramos dos solo pedimos tres platos. Empezamos con una tosta La Mary, un fondo de puré de patata coronado por una tostada de salmón, huevo frito y salsa holandesa. Sabrosona como no podía ser de otra forma con tales ingredientes, pero le faltaba estar más caliente, cosa que se repitió en el resto de platos. Después de dudar entre las de queso Idiazabal o las de jamón, nos decantamos por unas croquetas de chipirón. Podían haber estado hechas de conglomerado, porque no sabían a nada. Por último, compartimos un pollo con curry thai, salteado de arroz jazmín con setas y pasas.  Más de lo mismo. No llegaba  a estar frío, pero le faltaba poco. Soso y sin ninguna gracia.  No teníamos mucha hambre así que nos saltamos el postre.

Tomamos dos copas de vino y un agua, y pagamos por todo 26 euros, 13 cada una, un precio difícil de encontrar hoy en día. Aun así,  no creo que repita. Debut y despedida. 

Para ir con: con cualquiera que quiera pagar poco y no le importe que la comida no sepa a nada.

Nota media: 3

Precio medio: 15-20 €

C/ Félix Pizcueta, 6
46004 Valencia

TLF: 96 394 24 52

 

3 comentarios en “La Mary, franquicia con aspiraciones que se quedan en nada

  1. Entiendo que, para la gente q va ( se cree q va mejor dicho…) de Gourmet y de entendidos en gastronomía, la simple palabra «franquicia» es sinónimo de mala calidad, de basura y les provoca escuchar música de peli de miedo como tu misma comentas, antes incluso de entrar en el local y de haber cenado o comido allí. Ciertamente, si esperas que tus lectores, entre los q me incluyo, te tomemos con cierta seriedad, nos creamos q tienes cierto paladar y que tus crónicas sean opiniones objetivas , es importante no caer en el peor de los pecados de un crítico, prejuzgar. Tus palabras ya dejan entrever que, antes de ir, ya tenías intención de comer mal.

    Por tu predisposición negativa no has tenido en cuenta que la salsa holandesa de tu primer plato, se suele servir templada por su alta predisposición a cortarse, añadiendo que es una salsa un poco compleja técnicamente y, aunque reconoces q estaba muy sabrosa, tu ceguera predisposición ha hecho que lo obvies, incluso q el plato esté sabroso te ha parecido ofensivo… Muy curioso… Por mi parte, olé a esta franquicia q se atreve con este plato técnicamente tan complejo.

    Las croquetas: Tu predisposición y prejuicio, juntó con una ignorancia preocupante y excesivamente atrevida, no te han permitido valorarlas y darte cuenta que , este tipo de croquetas con una textura más liquida de lo «normal», son muy típicas del país vasco, aunque ya las hacen por todas partes y, si hubieras preguntando al camarero, como fue mi caso, al «detectar» esa peculiaridad, hubieras descubierto me que las traen de la tienda más famosa de croquetas del casco antiguo de Bilbao, con muchísimos años de historia y, donde siempre hay cola en la puerta para comprarlas. Q estúpida es la gente q hace cola para unas croquetas con sabor a conglomerado… Estos vascos no tiene paladar… Por dios…

    En ninguna de mis visitas probé ese pollo pero la presentación puede mejorar y su espectro es bastante normal, sin más.

    Lo facil es tener un blog, lo difícil es entender

    • Hola Víctor. Ni voy, ni me creo de ir de nada y desde el primer momento que empecé a escribir este blog, dejé claro que no era ninguna erudita y que estas eran impresiones completamente personales. Cada uno tenemos un gusto, un bagaje, una escala diferente de medir las cosas y una experiencia distinta cuando vamos a un restaurante. A mí La Mary no me gustó y expliqué el porqué.

      Trato de ser respetuosa siempre y suelo dar segundas oportunidades. Sé que detrás de un restaurante, está el trabajo, esfuerzo y la ilusión de muchas personas. Cuando voy a comer a un sitio nuevo, lo hago con muchas ganas y siempre espero que me guste para poder recomendarlo. Si hubiera tenido prejuicios por el hecho de ser una franquicia, sencillamente no hubiese ido.

      Me alegro mucho de que te encantasen las croquetas de chipirón y si como bien dices, son un producto extraordinario con fama mundial en todo el País Vasco, quizás ese día se les habían terminado y las que yo probé, eran otras, una copia mala e insípida. En fin, puede que esa «ignorancia preocupante» y «falta de entendimiento» de la que me acusas me anulara esa noche el sentido del gusto.

      Sea como sea, esa falta de criterio gastronómico hará que no pierda nunca más mi tiempo ni mi dinero en este restaurante.

  2. Uf, no hay nada peor que el dueño de un restaurante defendiéndose de una mala crítica, atacando al autor de la misma y haciéndose pasar por una persona ajena al local.

    El texto de Víctor huele a eso por todos los costados, pero cuando se le escapa «hubieras descubierto me que las traen» se descubre todo. Imagino que en realidad escribió «hubieras descubierto que me las traen» y luego arregló mal el desaguisado y se le olvidó quitar el «me».

    Pues eso, que hay que saber aceptar las críticas.

    Ah, y que la gente haga cola ante un negocio para comprar algo no significa que sea de calidad. Y no lo digo por las croquetas, que no las he probado, pero mal asunto si ese es el único argumento a favor de ellas.

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